La palabra doma deriva del Latin domus, casa, no de dominus, autoridad. Entonces domar significa domesticar, hacer casero.
” (La doma) es la recuperación de la agilidad natural del caballo, lo que inicialmente pierde por el peso del jinete (Beudant)”
¿Qué pretendemos?
Que el caballo coopere con nosotros por voluntad propia debido a su naturaleza, su confianza, su aprendizaje y nuestra habilidad para comunicarnos con él. Así, su falta de tensión o resistencia le permiten moverse de manera flexible, elástica y gimnástica.
Estas metas excluyen el uso de la fuerza, las presiones incómodas, las técnicas y artilugios que obligan al caballo a adoptar una posición determinada y el mantenimiento del caballo en condiciones inadecuadas.
Nuestro ideal de domar un caballo de manera que coopere voluntariamente con nosotros no es nada nuevo. Lo que distingue nuestro acercamiento es el conocimiento de la naturaleza del caballo en su estado salvaje – su comportamiento, sus deseos innatos, su forma de comunicarse; su manera de aprender, de moverse y de mantenerse ágil y en buena forma. Desde estos fundamentos entendemos las bases de su bienestar tanto psicológico como físico y elaboramos técnicas diseñadas para que el caballo nos entienda fácilmente y con voluntad, sea un potro sin tocar o uno ya domado por otros sistemas.
Este acercamiento se basa en las ciencias de la etología, la psicología animal, la teoría del aprendizaje, la biomecánica, la fisiología…y la experiencia, humildemente y experimentalmente adquirida. Ya que la ciencia y la experiencia evolucionan continuamente, también nuestra doma ha evolucionado al incorporar hallazgos nuevos.
Se debe apreciar que los grandes maestros de la equitación a menudo carecían de una base científica de la cual hoy en día nos podemos beneficiar. Su éxito dependía de su sensibilidad especial, su empatía con el caballo y la habilidad de inspirar su confianza (el “tacto ecuestre”) además de las técnicas que enseñaron. Pero sin estas cualidades personales intuitivas, el aprendiz tardó años en absorver las actitudes del maestro que le permitieron aplicar bien las técnicas. Lo que intenamos, entonces, es acortar este camino por identificar, y enseñar desde el inicio los componentes del “tacto ecuestre”.
El éxito de nuestro acercamiento se ha comprobado en muchos países, culturas y formas de doma especializadas, donde a menudo solucionamos problemas que han frustrado a los expertos en estos campos. Sin embargo se debe anotar, que no todas las formas de “doma natural” corresponden a la nuestra.
¿Qué voluntad natural tiene el caballo?
¿Qué impedimentos tenemos a la hora de conseguir su voluntad?