Cómo Aprendo. No Hay Manera

Un PRE negro, guapo, con 7 años y cascos deformados por infosura seguido por falta de arreglarlos. Estoy con estudiantes de Masters de etología aplicada especializando en el bienestar, entonces les explico lo que significa la infosura. “No hay manera de tocar los cascos,” dice el dueño de la hípica pero no del caballo. “Siempre tuvimos que tranquilizarle, pero la ultima vez no se podía ni pincharle y el herrador le pego en la barriga con el martillo. Desde entonces, no hay manera.”

Los cascos no se podían tocar
Cuando entro su padock se pone en alerta, ya con expectaciones negativas de lo que vendrá según su experiencia. Antes, había visto como le agarran para arrinconarle y lanzarse a su cabezada, pues no los imito: vago mirando al suelo como si fuera buscando algo hasta que se relaja y me mira preguntándose qué hago, una actitud un poco más positiva.
No puedes hacer nada con un caballo que no quiere estar contigo
Me acerco casualmente, le toco brevemente y me alejo antes de que él pueda alejarse. Lo repito. Y de nuevo. Finalmente se relaja y puedo acariciarle, lo que hago con mucho cariño. Se suaviza, pues pongo mi mano por detrás de la cabezada y le ato una cuerda. Digo “ven”, caminamos pocos metros y le pido parar. No lo hace, da vueltas alrededor de mi y luego para, de nuevo en alerta. “Muy bien” digo, acariciándole, y repito el andar y parar hasta que se relaje y para conmigo sin que toco la cuerda.
Encontrando la sincronía juntos

Cuando vas a trabajar un problema con un caballo desconocido, mejor olvidarte del problema y ganar su confianza pidiéndole algo sencillo que ya sabe, premiándole con acaricias suaves.

Le acaricio en todo lado y bajando la mano por su pierna izquierda.

Siempre empiezan con la mano izquierda, pues es donde habrá más problema, entonces la dejaré hasta el último.

Apoyo la mano por detrás del menudillo y lo presiono hacia delante, diciendo “levanta”. Pisa más firme sobre el pie. Intento de nuevo, lo mismo. La tercera vez, con más presión, consigo que levanta el talón un poquito, balanceando sobre el dedo. “Muy bien!” Le acaricio.

Cuando levanta el talón le premiamos porque es su primer intento de cooperar

Premia el más mínimo intento.

Ya que se resiste tanto, necesitamos premios de comida. Edrei, un estudiante, se pone adelante listo al premiar el caballo al momento que cede este poquito. La próxima vez, consigo levantar el pie entero un par de centímetros desde el suelo. “¡Bien!” Sin nada más me muevo al pie derecho. Al primer pedido, echa su peso en el pie. Al segundo, ya levanta el talón; al tercero, levanta todo el pie 2 centímetros y al cuarto lo levanta bien. Lo pongo al suelo bastante rápido para que no tenga el tiempo de cambiar sus ideas. La mano derecha cuesta un poco más, pero de la misma forma – primero premio que levante el talón, segundo cuando levante toda la mano un poquito, tercero cuando la levante más alto.

Estoy negociando por establecer una pequeña rutina la que con suerte reconocerá cuando llegamos a la mano más difícil. Ya sé que los caballos reaccionan distinto con cada extremidad y sobre todo cuando están resabiados, pero quiero que entienda mi padrón de comunicación.

La mano izquierda, como temí, es distinta. Ya no me quiere al lado de su hombro y menos pasando la mano por bajo el brazo. Pues repito todo lo que he hecho ya, esta vez sin pausas: levantar los pies en tres etapas y luego la mano derecha, todo con premios, a ver si capta la idea. Un poco, si: ahora está tranquilo mientras paso la mano por su brazo izquierdo hasta el casco, pero cuando le toco por detrás de menudillo, levanta la mano rápido y alto y la pega al suelo. ” ¡Bien!” A ver si con repetición lo hace con menos nervio. Pero no mejora. Le pido 5 veces con el mismo resultado, un manotazo violento y rápido. Entonces no intento más.

No repitas lo que no está mejorando: se fortalece el hábito indeseado.

Tenemos que premiarle en el momento en que su mano está en el aire, no cuando ha dado este manotazo y ya está al suelo. Necesitamos un clicker, lo que actúa como un compromiso de un premio pero marca exactamente el momento justo. Afortunadamente los estudiantes han trabajado con clicker, aunque con perros, y traen uno el día siguiente.

Edrei y Daniela se introducen como ayudantes de buena fe
Repito mi manera cuidadosa de agarrarle, andar y parar, y se tranquiliza más rápido. Introduzco mis dos ayudantes, Edrei por delante con la comida y Daniela con el clicker para marcar el momento. Cada click ganará un premio. Hago primeramente los pies, todavía en tres etapas para cada pie. Daniela es magnifica, cliquea precisamente en el momento justo y Edrei le da comida cuando oye el click. El pie derecho, lo levanta bien y puedo limpiarle un poco con mis dedos. La mano derecha, queda en mi mano un par de segundos antes de que siento que tengo que ponerla al suelo.

Otro problema es que estamos premiando al caballo con su pienso, lo que normalmente recibe sin tener que trabajar para ello. Necesitamos premios más especiales y más puntuales, como manzana o zanahoria, las que dejan la boca limpia.

Alguien ofrece una manzana traída para el mediodía, la que cortamos en trozos pequeños. Con esta ayuda puedo levantar bien la mano derecha y limpiarla mientras recibe trozos de manzana continuamente. Huele terrible, con la ranilla podrida; la suela abultada de manera que sugiere que el tejuelo está rotado.

El equipo: Daniela cliquea en el momento que levanto la mano y Edrei le premia enseguida. La precisión temporal es imprescindible: el caballo tiene que conectar el premio con el momento exacto cuando está haciendo lo que le pedimos.
Cuando le pido la mano izquierda, hace su manotazo de siempre pero ahora Danuela está cliqueando el momento que la tiene en el aire, pues recibe un trozo de manzana. La tercera vez, le vemos pausar un poco cuando la tiene en el aire y esta pequeña pausa se aumenta un poquito, hasta un segundo, con dos repeticiones más. Está captando la idea, es solo que aún le da miedo. Entonces decido ir a pasear con los demás caballos dejándole contemplar lo que ha pasado – nada mal- y volver a la tema después.

En este trabajo es imprescindible sentirse satisfecho con un avance bien hecho, para no confiarse demasiado y pedir más de la cuenta acabando con un fracaso. Para el caballo superar su miedo una y otra vez, cansa emocionalmente.

Volvemos con otra manzana…

¡El caballo viene haca mi! Repito toda la secuencia de andar, para y estacionarle en el mismo sitio con los ayudantes. Levanto los pies con facilidad, aunque curiosamente insiste dármelos en los tres pasos de siempre: levantar el talón y recibir premio, levanta el pie 2 cm. y recibir premio y luego me lo da con confianza completa, recibiendo premios mientras lo limpio e incluso consigo quitar la ranilla podrida.

Cuando el manejo del caballo se ha hecho por medio de intentar enseñarle a evitar el castigo, cualquier cosa nueva le da miedo, porque sabe que habrá dolor y no sabe como evitarlo. Entonces al re-enseñarle por las buenos, hay que establecer una pequeña rutina, distinta a la que ya reconoce, lo que actúa como una señal de seguridad “que nada ira mal”. Este caballo ha creado una señal de seguridad por su propio cuenta: sabe que levantar el pie en tres etapas siempre le ha salido bien, pues continúa haciéndolo así. Quizás necesitará esta señal de seguridad siempre: al obligarle levantarlas de una vez como se hizo antes, ya sabe que acabará mal. A menudo no es al final de faena a lo que el resabiado teme, es la manera de empezar la que le avisa de la desgracia que en su experiencia seguirá.

Incluso de este ángulo se ve la distorsión del casco. No hay herramientas adecuadas pero consigo limpiarlo con lo que hay.

La mano derecha tampoco presenta problemas. La izquierda, levanta brevemente y nervioso (con el clicker marcando el momento en el aire y el premio) pero sin manotazos varias veces. De repente cuando le pido, la levanta bien, con la rodilla doblada, pues pongo mi mano por debajo del casco. Hay un momento en que lo siento tensarse y luego pensar “bueno, creo que está bien, a ver..” y se relaja totalmente, dejándome limpiarlo bien. Pero he venido por avión ¡no tengo ni una navaja! Y tampoco hay herramientas en la hípica para hacer el trabajo. Que pena que me da.

¡Exito! Ha entendido qué hacer para ganar su manzana

Al volver, incluso después de una temporada, me dejaría arreglar sus cascos por seguir la misma rutina, porque las señales aprendidas por premios quedan en la mente del caballo. Un herrador…bueno, tendrá que actuar igual y seguir la misma rutina. El caballo no se olvide que ciertas señales preceden dolor y terror mientras otras son señales de seguridad.

Se puede superar muchos resabios de la misma manera:

  • Conseguir la confianza del caballo por tratarle con suavidad, premiándole cuando hace bien las cosas que ya sabe para cambia sus expectativas.
  • Trabajando con un problema de miedo aprendido (resabio), usa premios de comida especiales. Los mejores son pequeños trozos de zanahoria o manzana, los que dejan la boca limpia.
  • Premia el más mínimo intento de cooperar, luego el intento pequeño, luego el intento y por fin el éxito.
  • Dale tiempo para reflexionar.